sábado, 6 de noviembre de 2010

TRIANA EN LA LITERATURA: CARMEN CALDERÓN BENJUMEA



ALFONSO X EL SABIO Y LA ERECCIÓN DE LA IGLESIA DE SANTA ANA


La iconografía de Santa Ana en Sevilla tiene su mayor difusión en los siglos XVII y XVIII, aunque con claros precedentes en el siglo XIV, y sobre todo a partir del XVI.

En la ciudad hispalense goza de gran popularidad esta devoción, pues desde el siglo XIII era venerada la madre de la Virgen. En efecto, el monarca Alfonso X el Sabio, estando en Sevilla hacia 1270, sufrió una grave enfermedad en la vista -como luego veremos- e hizo voto a Santa Ana de edificar en su honor un templo, lo que cumplió al recuperar la salud. El templo es el de Santa Ana, en Triana, cuya historia se remonta en el tiempo. Entre las primitivas collaciones de la ciudad, la de San Jorge fue la parroquia del arrabal de Triana, "guarda y collación de Sevilla", como se la conoció durante siglos, erigiéndose en la capilla de su castillo, que probablemente surgió como defensa principal del paso que había para las barcas en la confluencia de caminos de la Vega y del Aljarafe.

Triana, en la época árabe era castillo, población y vega. Al aumentar el vecindario, hubo que erigir una nueva parroquia, y como la de San Jorge era insuficiente y poco adecuada por su situación en el interior del castillo, se unieron ambas iglesias, y aun a fines del siglo XV, los beneficiados lo eran de la iglesia unida "invicem" de San Jorge y Santa Ana. Por desuso se fue perdiendo el primer título, conservándose sólo el de la Santa, a lo que debió contribuir que los Reyes Católicos entregaran el castillo al Tribunal de la Inquisición.

Posteriormente se demolió esta fortaleza y el nombre de San Jorge, que lleva una de las calles abiertas sobre ella, es el único recuerdo que queda de la primitiva iglesia del arrabal. Más adelante, se crearon ayudas de parroquia en las capillas del Patrocinio, Nuestra Señora del Rosario y en Nuestra Señora de la O. Como manifestación de la primitiva devoción a San Jorge, hay una pintura ecuestre del Santo en el tercer cuerpo del retablo del altar mayor de la actual parroquia de Santa Ana.

Ortíz de Zúñiga, Morgado, Luis de Peraza y Matute y Gaviria refieren la intervención sobranatural de la Santa a favor de Alfonso X el Sabio, que con este motivo visitó Triana y mando construir la actual iglesia. El Rey tenía el propósito de ir a sofocar un levantamiento en Córdoba. Peraza, al narrarlo, sigue en su Crónica a un canónigo regular que al invocar a su imagen en Triana, dice así: "En Sevilla, estando el noble rey Don Alfonso,... le vino una recia enfermedad en los ojos, con grandísimo dolor de ellos, tanto que el ojo derecho le saltó del casco; desque el noble rey se vido avilisiado, fue triste e acordó luego de pedir el socorro a Dios, e a Nuestra Señora la Virgen María, e a Señora Santa Ana, su madre, en las cuales él tenía mucha devoción, e como él sabía que en el arrabal de Sevilla, que es agora una honrada collación, y de nobles destinos, había mucha población y que no tenía iglesia alguna, prometió a Nuestra Señora de hacer allí una iglesia en honor e invocación de su Bendita Madre, Señora Santa Ana, e así como el Rey hizo aquel voto, luego en la misma hora se le tornó el ojo en su lugar, y fue sano del todo, y cuando vido aquel milagro tan grande y tan manifiesto, fue muy alegre y dio muchas gracias a Dios, y a Nuestra Señora Santa Ana, e luego a la hora cabalgó e fue a Triana, e preguntó a los vecinos que allí moraban, como ó porqué no hacían iglesias, y ellos respondieron y dijeron: Señor agora la queremos hacer. E dixole el Rey como queríades que se llamase. Ellos le dixeron que quería que se llamase Santa María. El Rey les dixo: Sabed que mi voluntad es hacer aquí una iglesia en honor de la bienaventurada Santa Ana, madre de Nuestra Señora la Virgen María. Dixeron entonces los jurados e hombres buenos que allí moraban; Señor hágase todo lo que vos mandásedes, mas pedimos por merced que lo sepa el arzobispo". La iglesia a instancias del monarca, fue bendecida por el arzobispo Don Remondo.

Sobre el origen de las imágenes de la Señora Santa Ana y la Virgen, Matute recoge una leyenda del agustino Fr. Miguel de Mira sobre la aparición de la Santa a San Fernando; dice así: "estas cosas os ficieron tan venerable en la devoción y religioso ánimo del invicto Rey San Fernando, nuestro glorioso conquistador, que desde el feliz hallazgo de vuestra sagrada imagen en los campos de Guadalcanal, no quiso apartar de sí, para su más rendida veneración, este mismo sagrado simulacro". El padre Rivadeneyra, en su "Flos Sanctorum", afirma erróneamente, comentando la vida de este Rey, que tuvo tanta devoción a Santa Ana que le construyó el templo en Triana, y veneró de tal modo sus imágenes, que cada año en la víspera de su fiesta, traía en una acanea, conduciendo él mismo las riendas a la imagen de Nuestra Señora de los Reyes. "Otro argumento acerca del supuesto origen fernandino de las imágenes titulares nos lo brinda un grabado antiguo con tres escudos en la parte superior de la estampa. En el central se advierte un personaje dormido, vestido con insignias reales, a la vista de un campamento militar, a quien se le aparecen, en un trono, las imágenes de la Virgen y de la Señora Santa Ana. En los otros medallones aparece el Rey en un lecho, y la Santa en el aire sanándole los ojos". Matute, que leyó el proceso de beatificación de San Fernando, y sin encontrar el más leve indicio de su devoción a Santa Ana, dice que todas estas tradiciones carecen de fundamento y provienen de un error común. Confunden a San Fernando con su hijo don Alfonso, que es el que padeció mal en la vista, fue devoto de la Señora Santa Ana, le construyó la iglesia, y con toda posibilidad, mandó construir las imágenes actuales de la Virgen y Señora Santa Ana. Por tanto, los medallones del grabado no cree aludan a San Fernando, sino a su hijo, milagrosamente curado como hemos visto, por la Santa.


Carmen Calderón Benjumea

"Iconografía de Santa Ana en Sevilla y Triana" (1990)
Selección: Emilio Jiménez Díaz

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