El puente es el de Triana, naturalmente, no va ser Puente y Pellón, joé. Cuando decimos el puente a secas, no hay duda: se trata del de Isabel II. El primero en el tiempo y en la supremacía de imagen de Sevilla y de Triana. Hasta que se construyó, tan parisino, tan decimonónico, tan de revolución industrial, Sevilla no tuvo más puente que el de barcas. Sevilla es ciudad pontificia, hacedora de puentes. Nos pasamos la vida haciendo puentes.
-Sí, hombre: el de la Constitución, el del 1º de Mayo...
Menos cachondeíto, por favor, que esto es muy serio. Piensen en la cantidad de puentes que ha ganado Sevilla de la Expo a esta parte: el del Cachorro, el del Alamillo, el del Quinto Centenario (Terry). Y en los puentes que ha perdido. Perdió la Pasarela del Agua, llamada Puente de Tablas, que los más viejos de la calle Castilla recuerdan en Chapina, y que era lo que si Dios no lo remedia acabarán haciendo con el de Triana: un puente peatonal. Por el Puente de Tablas no pasaban los coches, sino la gente andando, del Campo de Marte al Patrocinio. Y es como corre peligro de quedar el puente por antonomasia, que si el del Centenario tiene nombre de brandy de Terry, el de Triana le gana en materia de coñás del Puerto, porque es el veterano (Osborne) y el decano (Caballero qué coñá) de los puentes de Sevilla.
Al puente de Triana le han puesto las barandillas llenas de candados del amor, como ya contamos aquí. Ya saben: los novios que siguiendo la moda del Puente Milvio de Roma y según la costumbre que divulgó la película «Tengo ganas de ti» de Federico Moccia, se van a la ferretería, compran un buen candado, le escriben sus nombres enamorados con un rotulador, lo prenden en la barandilla del puente, lo cierran, se besan y tiran la llave al río, como en la soleá de Benítez Carrasco que también recordé: «Mira si soy desprendío/que ayer pasé por el puente,/tiré tu cariño al río».
Hasta la Comisión del Patrimonio, como si no tuviera nada más importante en que ocuparse con la destrucción de los modos tradicionales de vida en el centro histórico y con la total desfiguración y museificación del casco antiguo, dice que va a poner pie en pared en esto de los candados del amor en las barandillas del puente de Triana. Lo que suena a popurrí con música de la canción de María Dolores Pradera: «Las barandillas del puente/se menean de candados,/se están cargando a Sevilla/pero de eso no hacen caso».
Y para remate de los tomates, el peor de los candados en el puente: el candado a la circulación rodada, chirrín, chirrán, que le va a poner el Ayuntamiento. Hasta el puente de Triana ha sufrido los efectos de la Máquina Municipal de Estrechar Calles. Allí no pueden quitar aparcamientos ni perjudicar a los comerciantes, pero como se trata de dar por saco y cambiarlo todo porque sí, porque para eso gobierno yo, al hacer la Mangá para los Ciclistas al puente le dejan sólo dos carriles de circulación, dos: uno para allá para Triana y otro para acá para Sevilla. Y como hacen peatonal porque quieren y les da la gana la calle San Jacinto, mucho me temo que el futuro del mismísimo Puente de Triana sea, ya digo, tan peatonal como el antiguo Puente de Tablas. ¿Y de esos candados no se ocupa ninguna Comisión del Patrimonio, hijos míos, de que al puente le pongan un candado municipal en forma de cerrojazo al tráfico? Nadie protesta en Triana: «Tú apaga la luz y no digas ná en Triana». Porque a la meritísima revista «Triana», que podía largar, la Tenencia Municipal del Distrito le ha puesto otro candado, en la boca, ¿no, admirado Ángel Vela Nieto? Y entre cerrojazo al puente y San Jacinto peatonal, por las barandillas suena la nueva soleá de la Velá: «Qué penita da Triana/que están haciendo con ella/tó lo que les da la gana».
Antonio Burgos
(Diario ABC de Sevilla)
Antonio Burgos
(Diario ABC de Sevilla)
Antonio Burgos siempre se preocupó por el estado de Triana y denunció y denuncia la despreocupación oficial por sus asuntos del cuerpo y el alma. Un día nos tenemos que reunir con él e invitarlo a una copa con tapa. Por cierto, mañana se homenajea a otro periodista de ABC, José Luis Montoya; será al mediodía en el Río Grande. Estaremos allí porque se trata de otro cariñoso altavoz de los asuntos trianeros.
ResponderEliminarSiempre,de broma, José Luis Montoya, al que me une una gran amistad, diría que de siglos, se metía conmigo en relación con Triana: -¡Qué, qué, cuántos toreros de Triana y artistas flamencos y...¡ A lo que yo siempre le respondía:- Te vas a librar porque no está aquí ahora mismo Ángel Vela.
ResponderEliminarEntrañable José Luis, querido José Luis, periodista de raza que no se va a volver a repetir. ¿Recuerdas, Ángel, la hermosa noche de Granada que compartimos este año?
Dale mi fuerte abrazo y, si cuadra, recita tú en mi nombre el soneto que le envío y que te mando a tí en correo aparte.
¡Viva Utrera!¡Un abrazo desde mi Triana cordobesa!
Para Ángel: Lo de Antonio Burgos tenemos que hacerlo ya, antes de las navidades. ¿Por qué no nos citamos en el Círculo Rociero y le hacemos un homenaje entre todos los que nos creemos poetas del arrabal? Te aseguro que a Antonio no le encantaría más que probar el "pescaíto frito" de casi el último reducto que queda en nuestra ciudad.
ResponderEliminarMe uno a tu estupenda propuesta.
Le diríamos nuestras cosas, y al modo trianero, como andan los costaleros de nuestro barrio; y que en el papel de estraza del pescado se lleve el recuerdo imperecedero de aquellos que lo amamos bien.
Como todos los años en estas fechas, Manolo Lozano se pondrá en contacto con nosotros para anunciarnos la reunión poética navideña. Cuando lo haga, le hablaré de la idea de invitar a Antonio Burgos, y a ver si es posible felicitarnos con él las Pascuas.
ResponderEliminarVoy a ver el soneto y te prometo que se lo leeré a José Luis en su momento.
Ya mismo estaremos haciendo ese homenaje a la Navidad. Sólo le pido al Niño de Belén que no nos caiga la tromba de agua del pasado año.
ResponderEliminarNo he podido mandarte aún eso. Espero hacerlo a lo largo del día.
Otro detalle que se escapa de la historia de los candados románticos es lo que deben contaminar los cientos de llaves que tiran al río. Los barbos están cogiendo un sabor metálico pa cagarse.
ResponderEliminarHace poco más de un mes, una pareja de coruñeses, me explicaban como la guía turística les animaba a tirar la llave y el rotulador con el que escribían la fecha y los nombres, para que así se cumpliese el "amor eterno".
ResponderEliminarMe quedé patidifuso.Pero ellos lo hicieron.
Lo de la llave tiene un pase, al fin y al cabo el metal dentro del río no contamina demasiado, pero lo del rotulador... la única explicación que le encuentro es que la guía tenga un negocio de rotuladores en los alrededores.
ResponderEliminarAparte de la contaminación de la que nos hablaba Rafa, el día que le den a un piragüista con una llave ya vendrán los problemas.
ResponderEliminarTodo puede ser. Hoy, el que no es torpe vuela.
ResponderEliminarOye, avisadme de todas esas citas gastronómicas, navideñas, poéticas, etc.
ResponderEliminarEsto es para explicarlo tranquilamente. Te diremos algo dentro de unos días, pero vete preparando algunos pomeillas sobre la navidad.
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