viernes, 5 de noviembre de 2010

NUESTRO BLOG EN ABC: CATY LEÓN BENÍTEZ

(El artículo de nuestra bloguera, Caty León Benítez, que abrió este blog, ha salido publicado en las páginas de opinión de ABC. La felicitamos y nos felicitamos al mismo tiempo)



Columnas / tribuna abierta

Contra el olvido

Día 04/11/2010 - 22.16h
 
La abuela de Billy Elliot salta de la cama y, en camisón, cruza la fría calle y llega hasta el bosque. Allí la recoge su nieto, tira de su manga y le dice: Soy yo, abuela.
La abuela de Billy Elliot tiene una expresión ausente, extrañada, como si todo el tiempo se hubiera detenido en aquel momento, hace tantos años, en que alguien le dijo que podía llegar a ser una gran bailarina.
 
Tantas abuelas y tantas madres, tantos hombres y mujeres, a punto de olvidar lo que son, lo que algún día fueron y lo que consiguieron, su infancia, el olor de su casa y de sus propios padres, los hijos que tuvieron, la dicha y las alegrías, todas las cosas que escriben nuestra memoria. La memoria de tantos que se transforma en una gasa cada vez más densa, cada vez más amenazante…
 
El Alzheimer es una enfermedad cruel: te aleja del mundo y de la gente. Te lleva a un terreno incierto, del que no conoces ni el nombre ni el motivo. Convierte tu sonrisa en una mueca triste y, a veces, asustada. Convierte tu mirada en un eco pequeño de lo que un día fuiste.
 
Da lo mismo quién seas, más o menos, importante o invisible a los ojos de la sociedad. Puedes haber sido presidente del Gobierno y pasearte indeciso por tu jardín, del brazo de alguien a quien no conoces, a quien no recuerdas. Da igual quién seas, el caso es que ese manto de niebla te va cubriendo y vas olvidando cosas, algunas sencillas, otras tan definitivas como el amor que sentiste o que te dieron.
 
Me has mirado con unos ojos que no sé qué expresan. Has atado un lazo en tu pelo, ahora largo porque no quieres que el peluquero te quite el recuerdo de esa trenza que tuviste de joven. Has movido las manos, mientras suenan esas pulseras que no recuerdas quién te regaló. Has mirado su foto, ésa en la que él está sentado en el salón, en su sillón oscuro, y en tu gesto no sé si puedo descubrir la nostalgia, la pregunta o la nada.
 
Alguien nos ha dicho que aún hay esperanza. Que el proceso puede ser muy lento. Que es importante que hagas cosas, para que no las olvides. A ti, olvidársete a ti, con lo que tú has sido. Con lo que has leído, con las películas que has visto, con las discusiones sobre política que tanto te han gustado, con los actores y los músicos que has admirado, con lo poco que te han gustado los entierros y las misas, con lo mucho que has disfrutado riendo.
 
A ti, enseñarte de nuevo cómo se mueven las manos. Con las que has cosido trajes de niñas y de muchachas, con las muñecas que has inventado usando telas viejas y restos de vestidos, con los disfraces que has hecho para el carnaval de la calle, con los guisos de tagarninas y de calabaza que nos has preparado durante años… A ti van a enseñarte de nuevo las cosas que vas a ir olvidando, para que olvides lo más tarde posible, para que recuerdes cómo es el paso de las horas, cómo se suceden los días y las noches, cómo a esta hora se desayuna, y a esta hora se duerme. Van a enseñarte todo, a ti, que nos has enseñado a todos durante tanto tiempo.
 
Recuerdo cuando venías a verme a Sevilla, desde La Isla, en el tren, con tu bolso negro, y cómo te gustaba pasearte por Triana, por la calle Asunción, ver los escaparates y merendar tortitas. Recuerdo cuando nació mi hijo y llegaste como llegó tu madre cuando nacieron los tuyos, nueve hijos que pudieron ser diez, en una pena que nunca se olvidó en nuestra casa. Recuerdo las cosas que nos contaste, las coplas de pena que cantabas, las historias antiguas de tu familia y de tus hermanas, los relatos de nuestra calle y nuestros vecinos. Hemos tenido algunas discusiones, sí, ya lo sabes, porque somos distintas, pero has guardado los recuerdos de tus padres y de los padres de tus padres para que nosotros pudiéramos saber de dónde venimos y cómo somos. Hasta ahora.
 
Esa niebla incipiente va avanzando despacio. Cosas imperceptibles que apenas si se notan. Pequeños detalles que nos anuncian que hay algo que está cambiando. No sabemos el tiempo que pasará hasta que olvides las cosas importantes. Pero no quiero que me olvides. No quiero que te preguntes quién soy cuando me veas. No quiero que olvides que soy tu hija mayor, la que vive en Sevilla, la madre de Antoñito, ese nieto tan alto. No quiero que me olvides, no quiero que te vayas a ese sitio cubierto de esa niebla terrible, no quiero que me dejes, no quiero que te ocultes, no quiero que estés sola allí con tu silencio, allí donde no hay risas, donde aprendes un día a escribir y mañana lo has olvidado todo.
 
No quiero que te vayas, no quiero que me dejes, mamá, mi madre, madre mía.

7 comentarios:

  1. Excelente que tu artículo haya salido en ABC. Es una satisfacción para todos los componentes de este blog.

    ¡Felicidades!

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  2. Gracias, Emilio, eres muy amable y estás, como siempre, atento a todo.

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  3. Es que, para todos nosotros, es un auténtico lujo tenerte en este colectivo, al que ya se ha sumado también Ángel Bautista.
    Gracias a ti por todo, por ser una gaditana que se desvive río arriba por nuestro viejo arrabal, al que hay que resucitar en materia cultural, histórica, geográfica, antropológica, artística y literaria, "manque" les pese a los que quieren gobernarla y no saben, porque poder sí que pueden sin quisieran.

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  4. Mi más sincera felicitación Caty.
    Un lujo y un orgullo para este blog.

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  5. Gracias Paco. Un cordial saludo.

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  6. Elisa Santos5/11/10, 19:38

    Felicidades Caty!!!

    Tu artículo está cargado de emoción y desprende puro sentimiento.

    Seguro que muchos de los lectores de abc se sintieron identificados con su lectura y aquellos que no viven esta situación, se sintieron más cerca de una enfermedad tan desconcertante y desconocida para todos.

    Te mando un fuerte abrazo.

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  7. Muchas gracias, Elisa, te agradezco tus palabras.

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