martes, 9 de noviembre de 2010

TRIANA EN LA LITERATURA: JOSÉ MARÍA DE MENA


EL MUELLE DE LAS MULAS


Si pasáis el Puente de San Telmo, encontraréis al otro lado, la Plaza de Cuba, y en ella, a mano izquierda un pequeño edificio, en que una lápida recuerda que allí estuvo el "Muelle de las Mulas" donde se realizaban gran parte de los embarques para Indias, y donde dio comienzo uno de los episodios más gallardos y tremendos de aquellos viajes de nuestra época imperial.

En la primavera de 1520 se reunió en Sevilla una flota de cinco barcos, para intentar la más asombrosa aventura intentada hasta entonces: la de darle la vuelta al mundo.

Desde el descubrimiento de América, veintiocho años antes, se venían realizando innumerables viajes, cada uno de los cuales completaba más el conocimiento que se tenía de nuestro planeta. Estaba ya suficientemente claro que la Tierra era redonda, y se había incluso demostrado mediante recorridos parciales, pero la verdad es que nadie había dado la vuelta completa; demostrando, claramente, que no existía ningún punto ajeno a la redondez.

La expedición se organizó en Sevilla, al mando de un navegante portugués, Fernando de Magallanes, quien llevaba entre sus oficiales a un marino vasco llamado Juan Sebastián Elcano.

Poco antes de emprender la partida, Elcano estuvo en la catedral, que por entonces no estaba aún terminada de construir, y en una de sus capillas hizo oración de despedida, ante la imagen de la Virgen de la Antigua, patrona de los navegantes de Indias. Aún cuando hay quien afirma que la Virgen de la Antigua no estaba entonces en la catedral, sino en otro templo sevillano.

Tras la despedida de la Virgen, las naves emprendieron su viaje, río abajo, para tomar la ruta del Atlántico. Nunca nadie había navegado hacia la India por Occidente, pues los portugueses lo hacían siempre por el Cabo de Buena Esperanza. Magallanes dirigió su flota a Nueva Granada, hoy Colombia, y desde allí descendió al Atlántico sur, para pasar por el Cabo de las Tormentas, y cruzó del Atlántico al Pacífico por la Patagonia, dando su nombre al Estrecho que separa a ambos mares.

A partir de la entrada en el Pacífico, las cosas fueron muy mal para la expedición. Hubo dos naufragios, perdiéndose por consiguiente no sólo dos barcos sino su valioso material, armas y víveres. La gente quería regresar, y estalló una rebelión que costó la muerte de varios jefes, y Magallanes se vio obligado a ahorcar a unos cuantos de los marineros levantiscos.

La navegación era cada vez más difícil por la falta de viento, pues los navegantes no conocían el régimen de vientos aprovechables en aquel hemisferio. Durante cuatro meses permanecieron en una ocasión parados en plena calma chicha. Agotados los víveres, los infelices viajeros tuvieron que hervir los zapatos, los cinturones, y las correas de los arcabucez, para comerlos. El escorbuto estalló entre las tripulaciones, muriendo más de la mitad de los hombres.

Llegados a un archipiélago, las actuales Islas Filipinas, Magallanes desembarcó al mando de un grupo de famélicos soldados, con objeto de buscar alimentos y agua. No era posible a estos hombres, sin fuerzas, y desconocedores del terreno, enfrentarse a los tagalos, así que en una emboscada fueron muertos Fernando de Magallanes y su tropilla, a la vista de las naves.

Tomó entonces el mando el segundo comandante, Duartes de Mendoza, quien prosiguió la navegación teniendo que abandonar otro barco en los arrecifes.

Llegados a Cebú, volvieron a desembarcar, y se repitió la desdichada ocurrencia de Filipinas. Duartes de Mendoza y sus compañeros de desembarco fueron muertos por los indígenas.

Entonces tomó el mando Juan Sebastián Elcano, quien redujo la flota a un sólo barco, el llamado "Victoria", de poco más de cien toneladas, llegando hasta las islas Molucas, lugar extremo de las navegaciones portuguesas hacia Oriente. Es decir, que navegando hacia Occidente se había enlazado ya con la ruta portuguesa de Oriente, demostrando la redondez de la Tierra.

Cargó en las Molucas barriles de clavo, canela y ámbar, y emprendió el regreso hacia España, dando la vuelta por el Cabo de Buena Esperanza, llegandos dos meses después de salir de Timor, a las islas Cabo Verde. Pero al darse cuenta de que los portugueses, furiosos por la nueva ruta descubierta por los españoles, intentaban apresarle, como habían hecho con varios de sus marineros que desembarcaron, levó anclas, y a toda vela se dirigió a España, sin acopiar víveres ni agua, terminando así penosamente, entre hambre y sed, el viaje. La nave "Victoria" entró en el puerto de Sevilla el día 8 de Septiembre de 1522 con sólo 31 hombres de los 264 que habían salido. El viaje había durado casi tres años, y se habían recorrido 14.460 leguas, equivalente a 79.530 kilómteros.

Elcano desembarcó con su tripulación de espectros, y se dirigió a orar ante la Virgen de la Antigua, dándole gracias por haberles dado la gloria de ser los primeros en dar la vuelta al mundo.

El emperador Carlos I otorgó a Juan Sebastián Elcano el priviegio de usar un escudo nobiliario con un globo terráqueo, alrededor del cual figura un rótulo con estas palabras: "Primus circundedisti me". "Tú fuiste el primero que me circundó".


José María de Mena"
Las leyendas y tradiciones de Sevilla" (1968)

Selección: Emilio Jiménez Díaz

6 comentarios:

  1. Tenía entendido que Magallanes oró ante la Virgen de la Victoria en el antiguo convento trianero del mismo nombre. La Casa Grande la Victoria fue uno de los más importantes conventos de Sevilla. La citada imagen se conserva en la iglesia de Santa Ana.

    ResponderEliminar
  2. Emilio Jiménez Díaz9/11/10, 20:50

    Yo creía lo mismó,Ángel. Además tú bien sabes la gran devoción que le profeso a la Virgen de la Victoria. Es más, sabes que en el altar cerámico de la misma se encuentra un medallón central con la nao capitana. Creo que nuestro buen amigo José María de Mena está confundido. Pondré otros textos que tengo para demostrar lo que nosotros creemos.
    Si he querido mostrar el de Mena ha sido por la alusión al Puerto de las Mulas (o de las Muelas, como también se recoge), ya que poco habla de nuestro barrio. También está confundido con la Virgen de la Antigua.

    ResponderEliminar
  3. Nuestro inolvidable Manuel Macías habla de los dos: el de las Muelas y el de las Mulas; uno existía a continuación del otro. Repasa "El Caserío" y lo verás. Y Macías fue, tras Matute, el más gran historiador de Triana. Eso lo digo para quienes no lo sepan...

    ResponderEliminar
  4. "el más grande...".

    ResponderEliminar
  5. Emilio Jiménez Díaz9/11/10, 23:19

    Creo que sí, y sabes que siempre he estado de acuerdo contigo en lo de la sabiduría trianera de nuestro común amigo. Tú serás su sucesor, como digo en el prólogo de tu esperado libro sobre la "Velá".

    ResponderEliminar
  6. José María de Mena es un grande de las letras recientes sevillanas.

    Me encanta leer sus libros sobre azulejos, historia y tradiciones, muchas de ellas sobre Triana.

    Felicidades

    ResponderEliminar

*/