Juan
Pelao
¿A qué linaje de gitanos trianeros pertenecían los Pelaos? Lo veremos con
claridad. Pérez de Guzmán asegura que eran herreros, pero sólo menciona a Juan como
cantaor relacionado con Manuel Cagancho
sin asentar sus apellidos. Lo mismo hace Fernando el de Triana en su libro
fundamental “Arte y Artistas Flamencos”, sólo que en su sabrosa exposición
destaca a Juan como “cantaor de martinetes”. Juan tenía un aspecto bronco, se
parecía –asegura Fernando- a un negrito que había pintado en un almacén de
hierros del Baratillo… “pero cuando abría la boca y decía: Las mares de toítos los serranos,/ toítas iban al tren;/ y yo como no
la tengo/ nadie me venía a ve. Entonces más que al negrito del Baratillo se
parecía a un divino serafín…”.
Sigamos
escuchando a Fernando: “Tengan en cuenta que en las reuniones de aquellos
gitanos de cara bronceada y alma pura, no penetraba ningún gaché, ni admitían
ningún obsequio de nadie; como caso verdaderamente extraordinario alternaba yo,
que era un niño, porque yo estaba criadito entre ellos y me tiraba la
inclinación”. Nos habla también el de
Triana del general Sánchez Mira –uno de los primeros en el arte de escuchar de los que se tienen noticias-
que con todos sus galones tenía que quedarse en la puerta de “Casa Rufina”. Un
día, por medio del niño Fernando que salía del camarote, solicitó a Juan Pelao
que cantara cierto martinete, el que dice: Esgraciaito
aquel que come/ er pan por manita ajena,/ siempre mirando a la cara/ si la pone
mala o buena”. Y como el militar era fervoroso y reconocido aficionado
accedió el gitano formándose una revolución en la calle. Juan Pelao, al que acababan de declarar el
rey del cante por martinetes, rechazó un regalo del entusiasmado general y un
billete de cien pesetas que al día siguiente le mandó con un ordenanza; cuando
el enviado se iba de vuelta con el dinero, la esposa del cantaor le gritó: “Agárralo,
Juan Pelao, que no tenemos hoy ni pa comé”.
Se había
escrito que esta figura del cante trianero, una de las fuentes de lo jondo, vivió entre los años 1840 y
1910 en la Cava donde trabajaba en la fragua familiar. Juan era un excepcional
intérprete de las tonás, soleares y seguiriyas, además de los martinetes en los
que era inalcanzable. En el “Diccionario del Flamenco” se anota -sin créditos-
a Utrera como lugar de su nacimiento y consta aquí que es sobrino del Pelao de Utrera, cantaor citado
por Demófilo; asimismo se apunta que
se casó en Triana y aprendió los cantes de su tío, todo fruto de la llamada
tradición oral y de la imaginación particular. Y lo verdaderamente cierto y
certificado por Fernando el de Triana quedaba en segundo plano, pero lo más
interesante, o sea, la verdad, se leerá a continuación.
También en
este caso hemos de mencionar a Manolo
Bohórquez, quien tras la pista cierta de Los Pelaos manifiesta que ya puede
afirmar –reservándose con toda lógica los datos- que se trata de trianeros de
hondas raíces, ajenos absolutamente a otros del
mismo sobrenombre de Utrera o de cualquier otra localidad. Y creyendo que
descubrimos lo mismo, podemos detallar que escudriñando el padrón de vecindad
de 1865, vemos que en el número 110 de la Cava Nueva, y junto a otros herreros
en casas inmediatas (varios Rodríguez como los Cagancho), aparecen dos hermanos
dedicados también a labores de fragua, José y Juan Filigrana Moreno, hijos de
José y Rita, nacidos en Triana y bautizados en Santa Ana. No cabe duda de que
por aquí estaba el cante dando sus primeros pasos firmes y que estamos hablando
de Los Pelaos. Así que estos cantaores fundamentales llevaban en la sangre una
cultura de hondas raíces trianeras, porque a sus padres no se les reconocían
otras residencias más que Triana.
En el censo
de 1865 se anota que tiene 58 años de edad y estaba casado con María Ortiz
Lérida y tenía un hijo, Manuel, de 15 años. Los datos personales se refrendan
en el padrón de 1870 excepto su edad (54) y la de su hijo Manuel (25). Aparece
junto a su hermano José avecindados en la casa número 79 de la misma Cava. Como
la página del primer censo no estaba muy clara, porque a veces resulta un
martirio visual descifrar los trazos y la caligrafía de los asentadores, damos
por bueno –también más lógicos por las referencias de Fernando el de Triana-
estos últimos datos sobre su edad por lo que podemos fijar el año de su
nacimiento: 1816, bastante antes de lo que se suponía.
Siguiéndole
la pista hallamos en el censo de 1875 a su hijo Manuel (Filigrana Ortiz),
herrero de 30 años, casado con María de la Bella Serrano. Vivía en el 119 de la
Cava. Y en el padrón de 1900 damos con otro hijo de Juan Pelao que no aparece
en los padrones anteriores porque estaría emancipado; su nombre, José Filigrana
Ortiz, vecino de la calle Puerto, 21, herrero de 57 años, casado con Carmen Rodríguez
Bermúdez y padre de dos hijos: Ana de 12 años y Juan de 9. Así que hasta
conocemos ahora a nietos del célebre Juan Pelao del que nada sabíamos fuera de
la voz de Fernando, porque lo demás ya hemos anotado de dónde procedía.
Ángel Vela Nieto.
(Del libro “Triana, la otra orilla del
flamenco”).
¡Qué hartón de papeles antiguos te metes, Ángel! ¡Qué cantidad de nombres y apellidos, de fechas y referencias, algunas engañosas, otras no! ¡Qué trabajazo y qué amor por tu barrio! Un camino muy duro para desvelar esa TRiana gitana y flamenca.
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