Los
tiempos cambian y Santa Cecilia no se queda atrás. Limitada al sur por Ruperto
y al norte por Diego el de los caracoles, esta avenida presenta en su acera
oeste un continuado muestrario de tiendas y locales, que en estos tiempos de
crisis sufren más traspasos que antes. Pero es en la otra acera, la que linda
con unos jardines sombríos y poco vistosos, donde acaban de abrir dos nuevos
negocios y ambos pertenecen a la nueva generación. Uno, naturalmente, es otro
bar. Están abriendo tantos, que me pregunto si hay clientela para tantas
parroquias, si no estamos hinchando ahora la burbuja de los bares, si tal como
pasó con la envenenada burbuja inmobiliaria, igual termina estallando en poco
tiempo y nos quedamos sin tasquitas, ni bodeguitas. El establecimiento en cuestión
pertenece a otra nueva franquicia, cuyo poder de atracción se basa en servir
las cervezas más baratas de Sevilla y tapas a buen precio, de la calidad no
hablamos, sin embargo acuden muchos jóvenes que sienten la llamada del céntimo
como si de un potente imán se tratara.
El
otro negocio no es fácil de definir. No hay ninguna persona que te sirva, son
sólo máquinas, que en cuestión de segundos son capaces de prepararte un trozo
de pizza, una hamburguesa o un kebap. También tiene bebidas y caprichitos como
patatas fritas, frutos secos, galletas, chocolates y demás golosinas. Se supone
que deben funcionar de noche, cuando, desesperado y muerto de hambre no
encuentres ningún lugar para comer, aunque no me extraña que una juventud tan
adicta a las nuevas modas les de por reunirse alrededor de los boxes, como si
fueran coches de fórmula 1 esperando la gasolina para salir a correr la noche a
la máxima velocidad posible.
Con
los nuevos estudios que se vienen haciendo de células madres y de corazones
artificiales, a lo mejor aparecen dentro de poco unos boxes sanitarios, donde
lo mismo te sustituyen todos los órganos que no funcionen correctamente, que te
colocan dos o tres vértebras nuevas, para terminar con un limpiado a fondo de
venas y arterias y la renovación de neuronas tristes, gastadas y sin memoria.
Rafael
Martín Holgado
Boxes callejeros; será para repostar y que nos cambien de zapatos. ¿Venderán cabrillas con tomate en estos novedosos negocios?
ResponderEliminarSi nuestros viejos trianeros levantaran la cabeza...
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