Paseando por la calle Pureza nos encontramos con la siguiente placa:
Dicen de Antonio Machado Álvarez que fue desaliñado y exageradamente despistado, hasta el punto de resfriarse por salir poco vestido en pleno invierno, ya que no se había dado cuenta de que había terminado el buen tiempo, pero fue también un hombre muy inquieto culturalmente. Funda varios periódicos y revistas como La Juventud, mientras cursaba sus estudios de Filosofía y Letras en la universidad hispalense, y Un obrero de la civilización tras su marcha a Madrid. Más tarde publica sus primeros artículos de literatura popular en La Revista Mensual de Filosofía, Literatura y Ciencias. De vuelta a Sevilla trabaja como profesor universitario para después abrir un bufete de abogados, mientras que continúa con la recolección y estudio de las coplas. Casado con una joven trianera, Ana Ruiz, cuyo encuentro ya contamos en otra entrada, van naciendo sus hijos mientras sigue escribiendo artículos muy variados, en 1881 publica la Colección de cantes flamencos, primer estudio serio que se hace de este género musical y crea dos sociedades, El Folk-lore Español y a continuación El Folk-lore Andaluz, con el objeto de recopilar y reconocer las tradiciones populares.
En er barrio de Triana,
er que no sabe cantá,
sabe tocá bien las parmas
er que no sabe cantá,
sabe tocá bien las parmas
No deja de colaborar en diferentes periódicos y revistas y en 1884, otra vez en Madrid, comienza a dirigir la Biblioteca de Tradiciones Populares, donde se recoge todo el material aportado por los folkloristas de las diferentes regiones. Sin embargo, dos años más tarde este boom sobre los estudios populares comienza a desinflarse, entonces se dedica a traducir un libro sobre antropología y otro de medicina, pero le acecha tanto la penuria económica que se ve obligado a aceptar un puesto de registrador de la propiedad en Puerto Rico, pero nada más llegar enferma y regresa a España.
Cuenta Luis Montoto que
“vino a morir entre los suyos, y por designio providencial sintió su espíritu en el barrio de sus ensoñaciones, en la clásica tierra de su amor, albergue de alfareros y de hombres de mar, campote sus estudios folklóricos, cantera de que extrajo muchos y preciosos materiales para el estudio del saber popular”.
Este autor y amigo de Demófilo también colaboró en la revista del Folk-lore Andaluz como podremos leer más adelante.
Rafael Martín Holgado.
Quedamos a la espera. Pero mientras tanto te puedo decir que esta placa tiene su historia, la de un encuentro poético muy singular. Invito a Emilio Jiménez a que cuente lo que ocurrió en la Casa de las Columnas. Él fue el coordinador de aquella "guerra" de versos. Fue algo inolvidable para nosotros y que mucha gente desconoce.
ResponderEliminarLo hago por ti, Ángel, alma mater de estas placas que se han colocado por Triana -aunque algunas con demasiado dadivosidad- desde aquellos encuentros magníficos con Alberto Jiménez-Becerril y el "Espasa Calvo" que yo llamaba a Manuel Lauriño. Recuerdo esa lluvia intensísima de aquella mañana en búsqueda de los lugares oportunos. ¡Qué hermosos tiempos!
ResponderEliminarLa idea de colocar esa placa a "Demófilo" partió de Daniel Pineda Novo -su gran biógrafo-, que ignoro por qué no asistió al acto. Yo recuerdo, porque mi memoria está en Pamplona si no consulto mi archivo, que invité a leer un poema, en el acto del descubrimiento de la misma, a esa "voz de agua", como siempre la he definido, de María del Carmen de las Casas. El acto fue emotivo, muy emotivo, aún más para mí, que me crié con mi abuela Emilia en los mismos aposentos de Antonio Machado Álvarez, en la planta primera del número 35 de calle Pureza. A raíz de eso, hicimos un encuentro en homenaje al padre de los Machado en la Casa de las Columnas, con la participación del grupo poético "Gallo de Vidrio" y los poetas trianeros, es decir, nosotros. Ellos tenían una artillería de primera calidad, títulos y premios; nosotros éramos unos pobrecitos poetas de arrabal: contigo, con Manuel Lozano, Garrido, Barbeito, yo... y mi mala memoria. ¡No había color! Fue una goleada por 8 a 0, de esas que metía el Bilbao cuando se ganó a pulso el título de los leones de San Mamés.
Triana -ellos mismos lo reconocieron-, los poetas de Triana, sabíamos quién había sido "Demófilo" y qué significaba para la historia del barrio. Ellos pusieron el acento de la modernidad, nosotros, qué duda cabe, pusimos aquella noche, el punto y final.
Cualquier día me animo y publico mis dos sonetos vivenciales. ¿Por qué no te animas tú a hacer lo mismo?
... Manolo Pacheco, Armando Gutiérrez, El Perlo..., es que formamos un buen equipo, Emilio. Fue un "triunfo histórico", una de esas crónicas de la Triana romántica de nuestros padres. Efectivamente fue 8 a 0, porque nosotros nos servimos de poemas originales dedicados al personaje (tan nuestro) y ellos llegaron confiados en lo que ya tenían publicado, que no siempre tenía que ver con Demófilo.
ResponderEliminarY luego, ¡cómo lo celebramos! Hermoso tiempo en verdad.
Recuerdo que yo leí un sonetillo que dediqué al encuentro de Machado y Ana en el puente de Triana, fue una mágica tarde de delfines hermosamente despistados.
... y gracias, Emilio, por todo lo que nos has recordado. No estaría de más sacar a la luz los poemas aquellos.
ResponderEliminarTarde hermosa de delfines distraídos...
ResponderEliminarNo estaría nada de más que recuperásemos esos poemas y los agrupásemos. Yo tengo los dos sonetos míos, tú tendrás el tuyo, probablemente tenga el de Manolo Pacheco. Sólo deberíamos hablar con Lozano. El Perlo, Barbeito y conseguir el de Armando.
8 a 0, sí señor.
La vida es más justa cuando ganan los indios.
ResponderEliminarBarbeito y el hijo de Armando, querido Emilio, están perdidos en la batalla y no creo que El Perlo y Manolo Lozano conserven los poemas. Unas muestras puede valer.
ResponderEliminarPues si, la vida es más hermosa cuando ganan la ilusión y el cariño. Vencieron los "francotiradores del verso", los verdaderos amigos del amigo del pueblo, Rafael.