En la puerta de la iglesia parroquia de San Joaquín, por detrás del instituto Bécquer y de Mar de Plata, se alza un joven magnolio, solitario. El corto tronco se ramifica hasta formar una densa copa de grandes hojas muy lustrosas, son parecidas a las hojas de los ficus, pero se diferencian por una pelusilla roja que tienen en el envés.
Originario de los Estados Unidos es un buen ejemplo de árbol primitivo, lo que se refleja en unas flores excesivamente costosas de producir: numerosos pétalos blancos y gran cantidad de estambres para atraer y dar de comer a los escarabajos que se encargarán de transportar el polen de unas flores a otras.
La magnolia es una flor muy grande y olorosa con una estructura central dónde están guardadas las células reproductoras femeninas y de cuya base parten los estambres. Una vez fecundada, los pétalos y estambres se caen, mientras que la estructura se irá endureciendo hasta transformarse en el fruto, al tiempo que en su interior se van formando las semillas.
Quiero que llegue esta noche y esconderme bajo esa delgada luna árabe para cortar una magnolia y dejarla sobre tu cama, cubrir tu piel con el terciopelo de sus hojas y perfumarte con sus viejos aromas de frutas imaginadas. Se que, como siempre, te la mereces.
Rafael Martín Holgado.
Las fotos son una belleza y es igualmente hermoso el vocabulario del mundo de las flores... y cómo inspiran a los poetas.
ResponderEliminarGracias, Ángel, necesité el empujoncito que me diste con la caló para volver al paseo botánico.
ResponderEliminar...y no lo dejes, Rafael, que no veas lo bien que huele este aire fresco...
ResponderEliminar"Tocayo", no se me ocurre otra cosa al saborear tus entregas botánicas en esta página: ¡Bendita sea tu arma, hijo, cuanto sabes y qué bien lo dices!
ResponderEliminarFuere abrazo.
El otro día me encontré con mi tío, Juan Holgado y me comentó que os conocíais, que pequeñito es esto José Manuel. Gracias por tus comentarios.
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