Conocí los olmos en el instituto gracias a un poema de Antonio Machado, ese olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido, olmo polvoriento, sin color, que apenas vive, pero que milagrosamente resucita cada primavera. Y después, cuando los reconocí, con una mirada más biológica, no era capaz de asociarlos a esos versos tan tristes.
La larga lluvia que ha caído este invierno le ha sentado bien a los olmos. En pocos días han florecido, prácticamente sin notarse, las flores no son vistosas, pero sí muy fecundas y se han transformado en miles de frutos verdes que tapizan las pequeñas ramas, se amontonan como nunca he visto en ramilletes de esperanza. Quien pase por Álvar Núñez creerá que a los árboles de la acera más ancha les han comenzado a salir las hojas, pero nada de eso. Son pequeños frutos llamados sámaras, frutos de un verde casi transparente, que estas noches de luminosa luna destacaban brillantes en la oscuridad.
Cada sámara contiene una pequeña semilla que sobresale un poco más o menos en el centro de dos finas láminas redondeadas que al menor soplo echan a volar, ligeros frutos que al madurar enrojecen.
Los olmos, como los que hay en el callejón Ignacio Gómez Millán se ven con frecuencia atacados por unos hongos que secan las hojas y quedan éstas colgadas, como un paño de encaje mostrando solo los estrechos nervios que se entrecruzan en el vacío. Los viejos olmos en Triana no se arrancan por bulerías, ni alzan con gracia especial sus ramas hacia el cielo, ni retuercen su tronco por chicuelinas, la única impronta que les ha quedado de este barrio es que se han hartado de tragar durante años, como todos los que por aquí vivían (la Triana auténtica dice Ángel Vela), los negros humos de los tejares.
Rafael Martín Holgado.
Hola Rafael y amigos: aprovecho una tarde de viernes para entrar y dar un paseo por este querido blog, en el que veo los olmos de Machado que traes y otras cosas que estoy repasando.
ResponderEliminarCreía que el olmo era más alto; la palabra olmo posee esa connotación de árbol grandote. Qué ignorancia...
ResponderEliminarBueno, en el norte si alcanza un porte mayor.
ResponderEliminarEs uno de los árboles a los que tengo más veneración, y quizás sea por que lo eternizó Machado. Al lado de casa tengo una avenida de un kilómetro llena de olmos. Es una maravilla ahora en el inicio de la primavera.
ResponderEliminar¿Están en Córdoba tan espectaculares como aquí, Emilio? Jamás los había visto tan bonitos
ResponderEliminarEstán preciosos. Lástima que cuando la urbanización completa del bulevar talaran varios a pesar de la oposición de la junta vecinal.
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