EL SEGUNDO RAFAEL DE LA SAGA |
En estas fechas de la Cuaresma nada más oportuno que recuperar el recuerdo de una saga de trianeros dedicada al mundo del martillo,me refiero a la saga de los Arizas.
Rafael Ariza Aguirre nació en la calle Antillanos Campos nº 16, el 12 de Septiembre del año 1882, siendo el cuarto de 5 hermanos varones. Su padre era alfarero.
Rafael empezó saliendo de nazareno junto a sus hermenos en Nuestro Padre Jesús de las Tres Caidas, a los 18 años hizo sus primeros pinitos como costalero, a los pocos años lo pusieron de contraguia con el capataz Rafael Franco Luque, hasta que viendo sus cualidades comenzó a mandar pasos, era 1919 y su debut fue con el Prendimiento. Durante cerca de 60 años, Rafael, de negro riguroso, una cadena de plata con su reloj en el bolsillo del chaleco, encorvado hacia adelante y la mirada fija en la delantera del paso ha dirigido a la mayoría de las cofradías de Sevilla. Fue durante años decano de los capataces y, por su trabajo y entrega a las mismas, el Ayuntamiento le otorgó la medalla de bronce de la ciudad, único capataz que ostenta dicha distinción.
Fue fundador de una dinastía de cuatro generaciones de capataces, todos nacidos en Triana. Rafael Ariza se casó en la O y se fue a vivir a la calle Castilla.
La segunda generación la conformó su hijo José Ariza Mancera, siguió el camino de su padre y ha sido uno de los mejores capataces de Sevilla, tenía un caracter muy serio, parco en palabras pero con un sentido y una visión inigualable para hacer una salida dificil o pasar por una calle estrecha. José superaba todas las dificultades con una habililidad pasmosa porque tenía una confianza absoluta en los costarelos que llevaba debajo de las trabajaderas. José convivia durante el año con sus costaleros y se trataban como si fueran familia y había una gran compenetración entre capataz y costaleros y estos se crecian ante una salida dificil por la confianza y seguridad que les daba la voz firme y segura de José, que mandaba lo justo para salvar el obstáculo, para que el costalero trabajara y sufriera lo menos posible. José era un capataz muy serio delante de los pasos, iba siempre a lo suyo y nunca mandaba a destiempo para que lo oyera las gentes, es decir, para la galeria. Sacó las cofradías de San Estéban, La Hiniesta y el Baratillo entre otras.
Ángel Bautista Guerrero
Rafael, como toda su familia, los Ariza, fue una excelente persona, un ser humano exquisito en palabras y en el trato; tan humilde como grande fue su categoría de capataz cofradiero. Su pérdida supone una merma irreparable en el haber de la Triana auténtica, esa que se desgaja con su generación. La comisión de la Velá, a veces tan alejada de la verdadera identidad del barrio, se olvidó de su nombre, así como el de su hermano José.
ResponderEliminarComo recordarás querido Angel,tuvimos que ser algunos trianeros los que hace algunos años le reconociesemos sus méritos tanto a los Arizas como a Bejarano, fue en el teatro del colegio Salesiano.
ResponderEliminarPues ahora lo recuerdo, también estuvo Manolo Bejarano que murió al poco tiempo. A mi me tocó hablar de él. Fue uno de aquellos actos en los que demostrábamos que Triana, aunque mal mandada como casi siempre, estaba viva.
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