Llegó del
pueblo del siete, su número de la suerte: siete “Niños”, siete torres… Allí
dejó sus primeros cantes y sus sueños primeros. Y con las alforjas cargadas se
hizo trianero, nacionalidad que conserva a pesar de que los vientos tormentosos
de la vida se lo llevaron para Villamanrique. Jesús Heredia cumple sus primeros
ochenta años y quiere celebrar su fresca juventud ganando el trofeo de los
cantes de Levante, así que se ha hecho de un racimo de nuevas letras y con
ellas ya fijadas en su memoria -recámara cantaora- se presta al viaje, el
inicial de este tiempo que estrena.
En una época
en que nuestra juventud se atrofia las córneas y las rodillas ante las
pantallitas, grandes y pequeñas, y le llega todo hecho para saciar lo que su
mente, poco exigente, le demanda; en este siglo que luce sobre sus años un
hormiguero de inquietantes incógnitas, todavía hay seres humanos que no
desmayan, que se enganchan a los sueños siempre renovados, y ahí están
dispuestos a satisfacer a Quien los creó. Porque en el caso de Jesús hay que
decir que nunca está sólo en esos afanes; lo empuja una fuerza divina y él es
muy agradecido, esto es, que su idea de Dios es el gimnasio que lo mantiene en
forma en cuerpo y alma. Hasta ha vencido un ataque feroz de esa enfermedad del
nefasto récord.
Jesús es uno
de los artistas flamencos más generosos, pocos le ganan en la carrera de llegar
primero a la meta de los homenajes. Y siendo hombre de homenajes nunca pregunta
cuándo llegará el suyo, seguramente por eso que apuntamos: se siente joven y
hay tiempo. No obstante, ha llegado a nuestros oídos que el manzanillero pueblo
de Umbrete, a través de su peña flamenca, le prepara una carga de abrazos
refundidos en el metal de una placa… seguramente. Será un acto de justicia que
algún día se repetirá en su patria adoptiva, la que él adoptó, pero como digo
sólo le preocupa mantener el prodigio que es su voz, instrumento con el que ha
hecho y hace feliz a la gente que gustan del buen cante sin aditivos, celosamente
puros, que es el estandarte que blandea sobre los escenarios desde que eligió
ese camino.
Se trata de
un maestro que ejerce la didáctica del cante, que ha rescatado del oscuro fondo
de la mina flamenca estilos fuera de la memoria de quienes se dedican
profesionalmente al arte más andaluz. Que se siente a gusto mandando a su voz
al rescate de los sones añejos, casi desconocidos, dejados fuera de la moda del
cante. Y muchas veces lo hemos escuchado en esa pequeña-gran ágora sabatina del
bar El Ancla, haciéndonos receptores de sus descubrimientos, dejando en
nuestros oídos los minerales sonoros arrancados de las entrañas del olvido.
Honores a
los jóvenes veteranos por su ejemplo, por abrirnos el alma a la vida plena, sin
resquemores, sin tristezas, sin falsos fracasos. Jesús Heredia, norte hacia el
que hay que virar nuestra dirección.
Ángel Vela Nieto
Ojalá se lo traiga para Triana, que si como cantaor se lo merece, si lo dieran por buena persona lo tendria seguro. Un abrazo.
ResponderEliminarTodo un ejemplo de tesón y bonhomía al que le deseamos lo mejor.
ResponderEliminarGanó la Lámpara Minera en 1992, con un Jurado en el que estábamos Deogracias, Luis Caballero y yo, entre otros. Salud y fuerzas al maestro Heredia.
ResponderEliminar...tiene salud y fuerzas, Caty; sólo ha cumplido sus primeros ochenta años. Un saludo afectuoso.
ResponderEliminarsalud fuerza y muchas ganas,espero y deseo que nos dure otros 80 por lo menos.un saludo Ángel y hasta mañana.
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