FORTALEZA: de momento el único remedio para paliar los
estragos que el paro, los desahucios, los miles de sinvergüenzas , las salidas
masivas y obligadas a Alemania y la gran cantidad de “paisanos” que se suman al
grito de “ande yo caliente y ríase la gene” están causando a esta sociedad
moderna del siglo XXI.
FORTALEZA que se sostiene a duras penas cuando nos están robando
la dignidad como seres humanos y que se
cae por completo cuando observamos que la justicia tiene dos varas de medir,
una para los grandes, famosos y nobles defraudadores con cuentas en Suiza y con participación activa en
sociedades sin ánimo de lucro y otra para los jubilados, trabajadores y
pequeños empresarios que no pueden afrontar el pago de su hipoteca.
Pues al igual que la gran virtud, esta FORTALEZA que rotula
la calle, se sostiene a duras penas entre grandes desconchones de esta
edificación que se mantiene en pie milagrosamente, al igual que nosotros, a la espera de una mano restauradora.
Tenemos que seguir luchando,
en estos momentos es donde más necesitamos estas grandes virtudes. Cada días
son más los que demuestran su alto sentido de la solidaridad, el amor, la
caridad, la humildad, la tolerancia y hasta la paciencia. Sin embargo no
podemos perder la FORTALEZA para seguir luchando contra tanta injusticia, ella
es la gran virtud que día a día nos va a permitir seguir manteniendo la cabeza
alta y mantener la esperanza que, según
dicen, es lo último que se pierde.
Arquillo de la Calle Fortaleza. Derribado en los años 70. |
José Luis Jiménez
Era destruir por el puro y malsano placer de destruir, porque ya ves la circulación de vehículos por esa calle... Yo visité algunas veces un corral que había bajo el arquillo, el número 2, donde vivía Luque, un prometedor jugador del Sevilla que después de llegar a internacional tuvo que retirarse por una lesión de rodilla. Por este arquillo pasaban los Caganchos y Los Pelaos para llegar a la célebre Casa Rufina a desahogar sus cantes. Pero qué importa la historia de Triana...
ResponderEliminarPues a estos amigos de la destrucción siempre terminan poniéndole una calle, avenida o plaza con su nombre, y en este caso hasta el abuelo de la criatura tuvo una calle en Sevilla con su nombre.
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