25 años de “Juncal”
Veinticinco años de cuando el gran Francisco Rabal, Paco para todos
-según su cercana filosofía vital-, se revistió de “Juncal” y se rodeó de
trianeros; fue el capítulo de Triana en la inolvidable serie, y no porque se
contemplara tan cercana y propia desde los aledaños de la plaza de la Real
Maestranza, sino porque media población arrabalera aguardaba allí la llamada a
escena aquella mañana de abril, deslumbrante e idónea.
Y es que el
fichaje de los extras y figurantes había sido tarea de una joven empresa
instalada en la calle Alfarería, “Triana de Contrataciones”, de la que era fundador
Baldomero Morillo Bernal, ex-secretario de Paco Arcas cuando éste ejerció de
delegado municipal en nuestro distrito. Todo se fraguó en “Las Golondrinas”
mano a mano con uno de los hijos –Álvaro-del director de la serie, Jaime de
Armiñán, que andaba liado con la producción de la obra.
Era el
tercer capítulo; cuando “Juncal” llega a la Maestranza para ver a su hijo
debutar como matador. Verlo o no verlo, porque no estaba nada seguro de si
sería capaz de domeñar la agitación nerviosa instalada en su estómago, y eso
que él había sido matador de toros… o quizás por eso. Nos citaron –estuvimos
entre los figurantes- muy temprano. Allí docenas de paisanos controlados para
que nadie se despistara, y así estuvimos varias horas, bocadillo por medio,
hasta la culminación de la grabación. Rabal se sentó junto a nosotros con su
bocata camarada. Por cierto que nos ofrecimos como guía en un paseo por Triana,
y hubiera aceptado, pero estaba comprometido a una especie de pregón que habría
de dar en la plaza de América por la tarde.
Y nos
llamaron al fin, no por el nombre, sino por el papelillo que íbamos a
interpretar como figurante, la de portero de la plaza en la puerta principal.
El otro portero era Francisco, el de la taberna “El Zapato”, que sólo debía
cortar entradas y dar paso al público. Nos colocaron una gorra y esperamos el
grito de Teo Escamilla, director de fotografía, que parecía que mandaba más que
el apaciguado director que se limitaba a presenciar la escena. Así que nos
vimos en la tarea. Mi intervención consistía en detener a un maletilla que
pretende colarse… “¡Eh, eh!, ¿adónde vas? Que ha entrao mi pare con la entrá…
¿Tu pare? ¡Cómo te vea otra vez por aquí te acuerdas de mi…!”. Y a empujones lo
echaba fuera. Tras el “incidente”, tenía que dar paso cortando las entradas,
pero héteme aquí que estando en ello un vozarrón a mi espalda gritó eso de “¡corten!”.
Escamilla era la otra cara de Armiñán, al menos aquella jornada. No iba
conmigo, menos mal, sino con uno que traía la entrada por la parte en blanco
(sólo estaba impresa por una cara). Bronca al canto, todos temblando y
arrepentidos por habernos metido en aquel lío… Se repitió la escena y nuevo
grito nunca más cortante, ahora le tocó al pobre de Francisco porque “no se
metía en papel”. Así que en la toma siguiente, repitiéndose los empujones al
torerillo, a Francisco no se le ocurre otra cosa que gritar, decidido:
“¡Cuidado, Ángel, que se te cuela uno…!”. Horror. “¡Pero, hombre, quien le ha
dicho a usted que diga nada; sólo tiene que poner cara de circunstancia. Venga,
otra vez!”. Ahora sí que hubiéramos salido todos corriendo para el Altozano…
Salvados los destemplados avisos, en
mi fila venía Rabal con su traje oscuro y su mascota. Y cuando se planta ante
el portero, o sea, ante mí, se queda como petrificado, ni pa´trá ni pa´lante…
“Usted, ¿entra o sale?”. Me mira, lo piensa… “Entro…”. Papel el mío, como ven,
de “Oscar”; el premio era perder de vista a Teo Escamilla. En el siguiente plano
“Juncal” sube, todavía dubitativo, unas escalerillas tropezando con otro
figurante… “¿Sube o baja?”, era la voz y presencia de cine de Armando
Gutiérrez, nuestro amigo poeta y rapsoda.
La serie se
emitió al año siguiente y muchos nos sentimos bien pagados por aquel lío en el
que nos metió nuestro amigo Baldomero que se empeñó en hacer de Triana un
barrio de actores.
Ángel Vela Nieto
No sería mala idea celebrar un encuentro de actores que intervinieron en la serie. El lugar el corral de vecinos trianero que servía de refugio a Juncal, así, de paso, abre sus puertas a Triana.
ResponderEliminarY, hablando de la serie, lo peor de todo y poco trianero, los bocadillos de calamares y calentitos fríos que le servían al pobre JUncal en el "Café Español", que realmente era el Bar los Gabrieles de Madrid. Tal vez hubiera sido más acertado "Casa Cuesta", por ejemplo.
Casi toda la serie se grabó en Madrid, por eso lo de Los Gabrieles, por cierto un local precioso por la belleza de sus paredes revestidas de cerámica. Este, el tercero, se grabó completo en Sevilla.
ResponderEliminarPues si, José Luis; la casa de Juncal era un patio de vecinos de la calle Castilla que no hace mucho sufrió obras de restauración y vendido por apartamentos. Desde entonces las puertas permanecen cerradas a cal y canto, como las de enfrente, la que guardan los restos de las Almonas. El patio es ideal para eso que dices, organizar una mesa redonda sobre la serie, emitiendo ese tercer capítulo donde aparecen tantos trianeros. Precisamente Álvaro Armiñán vive en la misma calle Castilla y no dudo de que estaría por la labor.
Ángel, los dos actos que se hicieron en la pasada Velá para conmemorar el centenario del nacimiento de Antoñita Colomé fueron muy buenos, ojalá se pudiera seguir por el mismo camino, embarcando esta vez a Juncal, todos los caminos son buenos para conocer la historia de TRiana, de manos de aquellos que te hacen sentir escalofríos
ResponderEliminarÁNGEL estoy de acuerdo con nuestro amigo Rafael me encantaría que se hiciera la mesa redonda en la vela y si es así allí estaremos contigo un abrazo Ángel.
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