viernes, 18 de febrero de 2011

UN RELATO HISTÓRICO DE FRANCISCO DE ARIÑO


     En los tiempos actuales, en los cuales nos quejamos de la actitud de pasotismo del trianero, de que no defiende su barrio ante los ataques del poder establecido o de aquellos que vienen para aprovecharse de nuestra buena voluntad. He aquí un relato basado en un hecho real relatado por el cronista de Triana Francisco de Ariño.

     El pasado miércoles 22 de Noviembre del año del Señor de 1595 se salió el río de madre. Durante varios días hemos estados pendientes de su progresivo avance. Una humedad lamiosa cubría el arrabal.
     Ayer 30, día de San Andrés, llegó desmelenado al pie de la Cruz que está puesta en la pared del castillo. El río embravecido, con sus belfos terrosos embigotados de hierbas y ramaje, sorbía a grandes lametazos las piedras de las murallas. Se interrumpieron las comunicaciones por el puente zarandeado con fuerza por el brío acometedor de la corriente y comenzaron a escasear los mantenimientos.
     Trás una deliberación de urgencia sacaron los vecinos "motu propio" a Señora Santa Ana en procesión de rogativas. Era tal la concurrencia que las parihuelas adornadas de romero y almarjo parecian flotar sobre la oscilante marea de la muchedumbre apiñada trás la abuela de Dios.
     En el interín el maestre del navío San Buenaventura, que era un portugués llamado el Cid, arribó desde la otra orilla, acompañado por un marino de Lepe, en una bamboleante chalupa, desafiando el riesgo,en busca de pan para la tripulación, que ya faltaba.
     Amarraron la barca a la reja de una casa de la Orilla del Río y fueron al horno de la calle Carreteros, sito en el famoso corral de los Trompeteros. Compró el maestre veinte hogazas y mandó al marino que las llevara a la barcaza mientras él abonaba su importe. Cuando el panadero le pidió seis reales por cada una de ellas, montó en cólera el portugués, enfurecido por lo que consideraba un abuso y la emprendió a palos con el tahonero. A los gritos acudieron los vecinos. El maestre, farfullando y profiriendo bravatas a troche y moche, se escabulló, como pudo, entre las apretadas filas de los penitentes, que recorrían  en esos momentos la calle Larga. Toda la gente del corral salió trás él intentando atraparle.
     Se armó un revuelo imponente. Francisco Meneses, nuestro alguacil, que venía de revisar el avance de las aguas, a fin de tomar las medidas precautorias oportunas si fueran necesarias, acudió atraido por el estruendo y el alboroto, que ponian en peligro el pacífico discurrir de la procesión, e intentó a su vez prender al del San Buenaventura, quien echó mano a su espada y logró escapar tras propinar una serie de certeros mandobles a los perseguidores más cercanos.
     No pagó el pan y fue imposible, dado lo tumultuoso de la corriente, proseguir en barcas la persecución y darle alcance. La chalupa del portugués, sorteando valientemente los remolinos y resbalando por el lomo aceitoso del agua, llegó sin daño alguno al amparo propicio del casco del Buenaventura. Cientos de manos engarfiadas lo amenazaron desde la orilla y él, riendose a mandibula batiente, les señalaba con descaro sus genitales.
     Se burlaba como se han burlado otros en el pasado y se seguirán burlando probablemente en el futuro de la buena fe de la gente llana y trabajadora de este pueblo.

Transcrito por Laurencio (escribano del arrabal)
Selección: Ángel Bautista Guerrero

2 comentarios:

  1. Bueno es siempre recordar nuestro pasado, y las crónicas de Ariño (su placa en el Altozano no podía faltar) son verdaderas lecciones de historia. El "Laurencio" que transcribe en primera instancia es Manuel Lauriño, y pertenece a una sección que mantenía en una curiosa publicación editada por nuestro recordado amigo, "fabricante" de libros sevillanos y trianero por más señas, Pepe Castillejos.
    Mi principal interés en este comentario a la estupenda colaboración de Ángel Bautista era, principalmente, recordar a Castillejos, hijo de la calle Pelay Correa, del que se puede decir que dio su vida por la cultura.

    ResponderEliminar
  2. El texto es encantador...y muy educativo, desde luego.

    ResponderEliminar

*/