Hace poco más de un año que el
mercado de Triana ha comenzado una
profunda metamorfosis que lo está convirtiendo en una especie de feria
de muestras de la hostelería. Una calle
San Jacinto pero sin necesidad de parasoles, estufas ni nebulizadores y, de
momento, ningún ciclista ni coche que te atropelle. Nuestra “plazabastos” de toda la vida se está
adaptando a los nuevos tiempos en los que las frutas, verduras, carnes y
pescados vamos a comprarlas a esas grandes - e inhumanas- superficies que no dejan de martirizarnos con ofertas y descuentos. Los gobernantes decidieron facilitar la
proliferación de estas nuevas cadenas dejando cada vez menos salida a los pequeños comerciantes de los barrios, a esos tenderos
de cercanía que eran como de la familia.
En el caso concreto de nuestro mercado
la peatonalización de la calle San Jacinto ha sido un duro revés que ha
contribuido de manera determinante en el cierre de muchísimos de los puestos
tradicionales.
Usando una nueva expresión, muy de moda en los últimos tiempos, algunos
dicen que el mercado de Triana se está convirtiendo en un mercado “gourmet”, a la vez que son varios los
proyectos de mercados con ese nombre francés; el más cercano el que han anunciado en la
bella nave del Barranco y que ha suscitado una gran polémica entre varios
empresarios muy famosos. Toda una gran “extensión gourmet” a un lado y
otro del Puente que confirman la acelerada reconversión industrial de este
barrio donde parece que el único protagonismo en el turismo de la ciudad será
el que le confiera esta legión de establecimientos de hostelería que
mayoritariamente no están teniendo ningún miramiento ni respeto con el entorno
ni tradiciones de Triana.
Sin entrar en el mal gusto del empleo de este palabro que precisamente
parece que se emplea para definir a las personas de gusto delicado y exquisito
paladar, sí queremos seguir denunciando el mal gusto, falta de respeto y grave
daño que algunos de estos empresarios, denominados “gourmet”, le están causando
a nuestro patrimonio; esta vez ni más ni menos que al Puente de Triana, uno de
nuestros bienes más preciados y que últimamente está sufriendo demasiadas
agresiones. La fotografía que encabeza esta entrada es de hace un par de días y
demuestra como sin ningún tipo de miramientos una ostrería con nombre poco
sevillano se anuncia colocando una pancarta sobre la barandilla del puente y
otro de los citados establecimientos se anuncia sobre una pizarra; ejemplar
bienvenida para los que vienen a visitarnos. No teníamos suficiente con esos
relojes parados y cada uno marcando una hora distinta sino que además colocamos panfletos y pancartas sobre
nuestros monumentos, anunciando finos y elegantes establecimientos de
hostelería.
Y mientras tanto nuestras autoridades hacen la vista gorda y permiten
este tipo de tropelías. El caso de esta pancarta sobre el puente de Triana
resulta muy sospechoso ya que en diversas juntas del distrito ha sido
denunciado y sin embargo ha pasado cerca de un año y el ayuntamiento sigue
haciendo mutis por el foro. Nuestro
delegado se limita a decir que da traslado de los hechos a los servicios
municipales correspondientes; desconocemos quienes son los mencionados
servicios municipales pero damos fe que son tan
inútiles como el propio distrito. Me quedo con la duda de saber qué
pasaría si cualquier trianero que pase
por el Altozano arranca estos panfletos publicitarios que tanto daño le causan
a Triana.
Sr. Delegado, si es capaz de inventar una ordenanza para que los
señores de I.U. no pongan la bandera tricolor sobre la zapata de la calle Betis
¿ por qué no hace otra para que estos empresarios foráneos respeten a Triana?
José Luis Jiménez
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