Los nuevos bloques que han crecido, en parte, sobre el solar del cine avenida están dispuestos para crear una placita y varios recovecos bajo soportales, que se cierran con una herrería con cierto toque mudéjar, que se entrelaza como los dibujos geométricos de muchos azulejos, pero este detalle no basta para darle un mínmo de identidad sevillana a la construcción.
Antes de que se cerraran los soportales, una noche calurosa, aparece uno habitado, no parece el piso piloto, pero con esta crisis, quien sabe hasta donde nos van a exprimir.
En el cubículo amarillo con luz de hospital un hombre se ha hecho cobijo: la mochila por almohada, los botines bien puestos en la cabecera, el cordel que sujeta el pantalón con nudos nazarenos, la botella de agua detrás, los restos del último cigarrillo junto al mechero y la manta reliada en torno al cuerpo, no hace frío, pero probablemente sea un sustituto del inexistente calor humano, aparece tan lejano, en ese suelo que se alarga, tan pequeño en ese espacio tan vacío, con el ruido de la máquina fotográfica se ha desvelado un momento, ha hablado, pero no se sabe lo que ha dicho, cierra de nuevo los ojos, seguro que todavía es capaz de soñar.
Fotografía: David M. Nicaise.
Texto: Rafael Martín Holgado
La triste realidad de estos momentos. ¿hasta cuándo podremos resistir? Estos adefesios, como los describe Ángel Vela, son testigos mudos de las largas colas de hambrientos que a diario se forman en La Cava de los Civiles. La maldita especulación sirve de refugio de la miseria.
ResponderEliminarNo se puede representar mejor la soledad... Todo un documento de la miseria, y no hay mayor miseria humana que esta soledad "tan desolada".
ResponderEliminarY muy acertado el comentario de Rafael.
Pues si, José Luis, demasiados arquitectos han confundido -o tomado- la palabra "edificio" por "adefesio". Esta ciudad está absolutamente indefensa.
Esta imagen me hizo recordar un poema de Miguel Hernández, “El Hambre”, del que os dejo unas estrofas, después de las cuales, cualquier palabra mía queda quebrada de sentido:
ResponderEliminar“Tened presente el hambre: recordad su pasado
turbio de capataces que pagaban en plomo.
Aquel jornal al precio de la sangre cobrado,
con yugos en el alma, con golpes en el lomo.
El hambre paseaba sus vacas exprimidas,
sus mujeres resecas, sus devoradas ubres,
sus ávidas quijadas, sus miserables vidas
frente a los comedores y los cuerpos salubres.
Los años de abundancia, la saciedad, la hartura,
eran sólo de aquellos que se llamaban amos.
Para que venga el pan justo a la dentadura
del hambre de los pobres aquí estoy, aquí estamos.
Nosotros no podemos ser ellos, los de enfrente,
los que entienden la vida por un botín sangriento:
como los tiburones, voracidad y diente,
panteras deseosas de un mundo siempre hambriento.
Años del hambre han sido para el pobre sus años.
Sumaban para el otro su cantidad los panes.
Y el hambre alobadaba sus rapaces rebaños
de cuervos, de tenazas, de lobos, de alacranes.
....”
La luz y el suelo hablan por sí mismos, como un poema.
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