Metidos de lleno en el problema de las calesitas de León, no he tenido hasta ahora un momento para comentar otro problema eterno de Triana, que quizá algún día tengamos la suerte de ver solucionado. El título que he escogido para anunciarlo lo dice todo y poca explicación queda pero me gustaría reflexionar con vosotros sobre lo que supone de incivismo, de mala educación y de escaso respeto para los demás la existencia por el barrio de los perros cuyos dueños aún no se han enterado de cómo hay que tener a un perro en casa y de los canis que, ataviados con el uniforme de guerra de este colectivo, son activos contribuyentes al deterioro del barrio.
Los perros de aquellos dueños que no han aprendido en ninguna parte el respeto y el decoro, campan a sus anchas por los jardines (los escasos jardines) de Triana, ya sean públicos, privados o mediopensionistas. El caso es que las mascotas se solacen, estiren las piernas y hagan sus “cositas” al aire libre. Esos perros de dueños incívicos no reparan en que todo eso lo ejecutan en los mismos lugares, en los mismos areneros, en los mismos espacios, que luego usan los niños para jugar. Recuerdo cuando mi hijo tenía dos o tres años que, a falta de otra cosa, se montaba en un tobogán que había en el ínfimo parque infantil que estaba sobre los actuales aparcamientos de Crucero Baleares. Pues bien, una vez se cayó del tobogán y dio con la cara en el suelo. A los pocos días tuvo una infección horrorosa en la boca y el médico me contó que se debía a que ese parque, como todos los de Triana y de muchos otros lugares, estaba frecuentado a la par por niños y canes, indistintamente y sin control alguno de éstos últimos.
Creo que el problema sigue existiendo y así puedo verlo desde mi terraza en la plaza en la que vivo. Los dueños incívicos dejan a los perros a su albedrío por en medio de toboganes, parterres, juegos infantiles, etc., sin que se controle esa imposible convivencia. Los perros son amigos del hombre, animales cariñosos y eficaces, pero, como todo, requiere un cuidado, una atención y un trato que debe respetar siempre el territorio humano.
Mientras los perros de dueños incívicos corretean a sus anchas, los canis se mueven a veces a pie, a veces en moto, por todos los recovecos del barrio, dejando su huella en forma de pintadas, destrozos de papeleras, papeles y cartones quemados, botellas y vasos rotos, restos de bocadillos y de comida… No solamente están los fines de semana, sino también los días de diario, porque parece que los horarios escolares y el sueño reparador no están hechos para ellos. Cuando llega la Navidad aprovechan para lanzar petardos a troche y moche y así pegarle sustos a todo hijo de vecino. En Halloween hacen de las suyas aprovechando la oscuridad del disfraz y, en todo tiempo, son una plaga que habla poco de la educación que las familias dan a sus hijos en este tiempo histórico del bienestar y las nuevas tecnologías. Ambos, canes y canis, son la muestra más clara de conductas incívicas que conozco y eso que en nuestro país, por desgracia, la buena educación, la que hace posible la convivencia diaria en paz y armonía, brilla muchas veces por su ausencia. Y hasta he hecho un “versito” sobre este tema, que ya me estaba dando envidia tanto poeta como hay en este blog:
“Qué bonita está Triana
Cuando los canes y canis
No se asoman por las plazas”
Ea.
Caty León Benítez
Desgraciadamente, Caty, ocurre en todas las ciudades. Al parecer, es la norma. Los propietarios de perros todavía no se han concienciado porque no hay agentes que vigilen por ningún lado (están poniendo multas de tráfico), y los canis hacen lo que hacen por lo mismo. ¿Dónde esa policía de barrio que desde hace tantos años nos tienen prometido?
ResponderEliminarPues sí, Emilio, pero yo iría a más. ¿Qué clase de educación estamos dando a nuestros hijos?
ResponderEliminarLa educación por parte de estos padres es totalmente nula. Yo, desde que eran pequeños, les enseñé a no tirar ni un solo papel al suelo, y mis hijos se lo han inculcado a los suyos. Es la única forma.
ResponderEliminarTú sabes que voy con mucha frecuencia a pasar unos días al Parque Natural de Cazorla. Pues se me cae muchas veces la cara de vergüenza de ver como hay personas que se dicen ecologistas que no te puedes imaginar cómo dejan de sucio todos los recintos. En estas materias sí que deben existir unos veladores de las formas.
Sí y que los padres paguen multas cuantiosas por los destrozos que hacen sus hijos. Quizá entonces no les haga tanta gracia y no los disculpen. Como bien dices, lo que se enseña a los niños en las casas los acompaña toda la vida y en Andalucía y España en general, la gente tiene su casa arreglada de puertas para adentro pero escaso civismo de puertas para fuera. Total, como lo paga el Estado, dicen... como si el Estado no lo sufragáramos todos con nuestros impuestos. En fin, es una pena ver cómo están los sitios, los monumentos,las paredes...
ResponderEliminarTe puedo decir, Caty, no sé si pasará en tu bloque, que con frecuencia veo en el mío cómo algunos vecinos tiran la publicidad de los buzones al suelo, existiendo un buzón especial y unas papeleras para este cometido. Vivo en un edificio de sólo 12 vecinos, la mayoría de ellos médicos, abogados, agricultores, notarios y militares, es decir, de clase media alta. Si lo hacen estas personas, ¿qué se puede esperar?
ResponderEliminarEn eso no tengo problemas, la gente en mi bloque es muy civilizada. Pero veo la plaza que está en el centro de la urbanización y eso es otra cosa. Los dueños de los perros, por ejemplo; y los niños destrozando cosas. Confieso que, cuando veo algo mal hecho, lo digo directamente y alguna vez me gano una mala contestación. Pero no lo puedo evitar, tengo que hacerlo. Lo que dices de tu bloque es algo cotidiano, no sé por qué tenemos este escaso sentido del respeto a las cosas y las personas, porque todo lo del ruido, el botellón, etc., son manifestaciones de lo mismo.
ResponderEliminarEn mi barriada habilitaron un espacio terrizo descomunal para que los canes hicieran sus gracias naturales, y la caca empezó a rebozar de tal manera que se hizo imposible pasar ni siquiera por los aledaños. Lo curioso es que, inmediato y ocupando la mitad de metros del espacio perruno, montaron unos columpios para los niños. O sea, que "los amigos del hombre" empezaron a ser más importantes que el propio hombre (en proyecto o maduro), al que, además, exponían a una infección.
ResponderEliminarTengo para mi que muchos de los dueños de perros los tienen como objetos de adoración, así que cualquiera se mete con ellos (con los perros) y, claro, pueden hacer lo que quieran que para eso son reyes de la casa y de la calle.
En cuando a lo canis ya sabemos que es obra común y, por tanto, de difícil "remodelación".
¿Policía de barrio? Imposible con tanto guardaespaldas y tanto gasto "político".
Esto es así de triste. Me gustaría rematar con una letrilla, como Caty, pero no me quedan ganas de cantar...
Lo 1º, felicitar a Caty por su artículo.
ResponderEliminarEl término "cani" era desconocido por mí hasta que viví en ésta ciudad, aunque bien es cierto, que ésa voz "cani", la he identificado en las distintas ciudades que he vivido.
Es una lástima el incivismo que reina por doquier.
Totalmente de acuerdo con las opiniones vertidas por todos aquí. ¿ Y esos maravillosos canis acompañados de perros, que por norma general son de razas o cruces que son peligrosos o potencialmente peligrosos y que tienen unas obligaciones al ir por lugares públicos como pueden ser...el uso del bozal obligatorio, la medida de la correa,etc...?
Lamentablemente el incivismo del que hablas Caty prolifera en todos los barrios y ciudades, como dice Emilio. Hay algunas personas que sienten un mayor aprecio por sus animales que por el prójimo, y no es que no puedas decirles nada acerca de ellos, es que si se te suben encima tienes que aguantarte porque si pones cara de asco te miran como si le hubiese dado un tortazo a su pequeño bebé.
ResponderEliminarEl incivismos también es algo provocado, en mi opinión, por el individualismo al que nos han llevado, de forma deliberada y estudiada los políticos que bailan al son de los dirigentes de las grandes compañías. Ya lo decía Julio César "divide y vencerás".
Elisa, ese incivismo es cosa muy propia de España, mucho más que en otros lugares, como sabemos todos los que hemos dado una vuelta por ahí afuera. En cuanto a que la culpa la tengan los políticos y la globalización, no estoy nada de acuerdo. Si fuera así, seríamos incívicos "tós por igual", pero, como digo antes, en España y en el sur es cosa mucho más usual.
ResponderEliminarCreo que tiene mucho que ver con un déficit cultural y una gran falta de aprecio a nuestro patrimonio y a nuestra cultura. En estos momentos, además, los padres "deseducan", más que educan a sus hijos y de ahí el desastre.
No molestan los perros u otras mascotas sino sus dueños que no saben educarlos ni socializarlos para respetar la libertad de sus vecinos.
ResponderEliminarTener una mascota, un ser vivo, no es ningún capricho ni tampoco moda sino una responsabilidad que algunos disfrutamos.